Descargar PDF
Regresar a lista de cuentos

As bananas da vovó Los plátanos de mi abuela

Texto Ursula Nafula

Ilustraciones Catherine Groenewald

Translated by Priscilla Freitas de Oliveira

Lectura en voz alta Alfredo Ferreira

Lengua portugués

Nivel Nivel 4

Contar el cuento completo

Velocidad del audio

Reproducir automáticamente


O jardim da vovó era maravilhoso, cheio de sorgo, milho miúdo e mandioca. Mas o melhor de tudo era as bananas. Embora minha vovó tivesse muitos netos, eu secretamente sabia que era sua favorita. Sempre me convidava para ir a sua casa. Ela também me contava segredinhos. Porém, havia um único segredo que ela não dividia comigo: onde ela amadurecia as bananas.

El huerto de mi abuela era maravilloso y tenía mucho sorgo, mijo y yuca. Pero lo mejor de todo eran los plátanos. Aunque mi abuela tenía muchos nietos, yo, en secreto, sabía que era su favorita. Me invitaba a su casa muy a menudo. También me contaba muchos secretos. Pero había un secreto que nunca me contó: el lugar donde ella hacía madurar los plátanos.


Um dia avistei uma grande cesta de palha do lado de fora da casa da vovó. Quando perguntei para quê servia, a única resposta foi, “É a minha cesta mágica.” Ao lado da cesta, havia muitas folhas de bananeira qua a vovó virava de vez em quando. Estava curiosa. “Para que são essas folhas, vovó?” A única resposta que obtive foi, “Elas são as minhas folhas mágicas.”

Un día vi un gran canasto de paja que estaba al sol, afuera de la casa de mi abuela. Cuando le pregunté para qué era, sólo me respondió: “Es mi canasto mágico”. Al lado del canasto, habían varias hojas de plátano que mi abuela volteaba de vez en cuando. Yo sentí curiosidad. “¿Para qué son las hojas, abuela?” le pregunté. Ella sólo me respondió: “Son mis hojas mágicas”.


Era tão interessante observar a vovó, as bananas, as folhas de bananeira e a grande cesta de palha. Mas a vovó me mandou ir para minha mãe levar um recado. “Vovó, por favor, deixe-me olhar você preparar…” “Não seja teimosa, criança, faça o que mandei,” ela insistiu. Saí correndo.

Me pareció muy interesante observar a mi abuela, los plátanos, las hojas de plátano y al gran canasto de paja. Pero mi abuela me ordenó que fuera donde mi madre a hacer un mandado. “Abuela, por favor, déjame mirar cómo preparas…” “No seas testaruda, niña, haz lo que te digo,” insistió. Me fui corriendo.


Quando retornei, vovó estava sentada do lado de fora sem a cesta e sem as bananas. “Vovó, onde está a cesta, onde estão todas as bananas, e onde…” Mas a única resposta que obtive, “Estão no meu lugar mágico.” Foi tão decepcionante!

Cuando regresé, mi abuela estaba sentada afuera pero no tenía el canasto ni los plátanos. “Abuela, ¿dónde está el canasto, dónde están todos los plátanos, y dónde…?” pero solamente me respondió, “Están en mi lugar mágico.” ¡Fue muy decepcionante!


Dois dias depois, vovó me mandou buscar sua bengala no seu quarto. Assim que abri a porta, fui recebida com um forte cheiro de bananas maduras. Dentro do quarto estava a grande cesta mágica da vovó. Estava bem escondida embaixo de um cobertor velho. Levantei o cobertor e dei uma cheirada naquele cheiro maravilhoso.

Dos días más tarde, mi abuela me envió a su habitación a buscar su bastón. Apenas abrí la puerta, sentí el fuerte aroma de los plátanos madurando. Dentro de la habitación estaba el gran canasto mágico de paja de mi abuela. Estaba bien escondido bajo una vieja manta. La levanté y olí ese glorioso aroma.


A voz da vovó me assustou quando ela me chamou, “O que você está fazendo? Vá ligeiro e me traga a bengala.” Corri com a bengala dela. “Por que você está sorrindo?” vovó perguntou. Sua pergunta fez eu perceber que ainda estava sorrindo sobre a descoberta do seu lugar mágico.

Me asusté cuando escuché que mi abuela me llamaba, “¿Qué estás haciendo? Apúrate y tráeme mi bastón.” Me apresuré en llevarle su bastón. “¿Por qué sonríes?” me preguntó mi abuela. Su pregunta me hizo darme cuenta de que yo todavía estaba sonriendo por haber descubierto su lugar mágico.


No dia seguinte, quando a vovó veio visitar minha mãe, corri para sua casa para verificar as bananas mais uma vez. Tinha um cacho bem maduro. Peguei uma e escondi no meu vestido. Depois de cobrir a cesta novamente, fui para trás da casa e comi rapidamente. Foi a banana mais doce que já comi.

Al día siguiente, mi abuela vino a visitar a mi madre. En ese momento, corrí a su casa a revisar los plátanos otra vez. Había un montón de plátanos muy maduros. Cogí uno y lo escondí en mi vestido. Después de volver a cubrir el canasto, fui detrás de la casa y me lo comí rápidamente. Era el plátano más dulce que me había comido en toda mi vida.


No outro dia, quando a vovó estava no jardim colhendo legumes, entrei de fininho e dei uma espiada nas bananas. Quase todas estavam maduras. Não me segurei e peguei quatro. Quando eu caminhava na ponta dos pés em direção a porta, ouvi a vovó tossir lá fora. Consegui esconder as bananas no meu vestido e passei por ela.

Al día siguiente, cuando mi abuela estaba en su huerta recolectando vegetales, entré a su casa hurtadillas y revisé los plátanos. Casi todos estaban maduros. No pude evitar coger cuatro. Mientras caminaba de puntitas hacia la salida, escuché a mi abuela toser afuera. Logré esconder los plátanos bajo mi vestido y pasé caminando al lado de ella.


O dia seguinte era de ir ao mercado. Vovó acordou-se cedinho. Ela sempre levava as bananas maduras e a mandioca para vender no mercado. Não me apressei em visitá-la naquele dia. Mas não podia evitá-la por muito tempo.

El día siguiente era día de mercado. Mi abuela se despertó temprano. Ella siempre tomaba los plátanos maduros y la yuca para venderlos en el mercado. Ese día no me apresuré en ir a visitarla. Pero no pude evitarla por mucho tiempo.


Mais tarde fui chamada pela minha mãe, pelo meu pai e pela vovó. Sabia o porquê. Aquela noite quando eu deitava para dormir, sabia que nunca mais poderia roubar de novo; nem da minha vovó, nem mesmo dos meus pais e certamente nem de ninguém mais.

Más tarde esa noche, me llamaron mi madre, padre y abuela. Yo sabía por qué. Me fui a dormir habiendo aprendido que no podía volver a robar nunca más, ni a mi abuela, ni a mis padres, ni a nadie más.


Texto: Ursula Nafula
Ilustraciones: Catherine Groenewald
Translated by: Priscilla Freitas de Oliveira
Lectura en voz alta: Alfredo Ferreira
Lengua: portugués
Nivel: Nivel 4
Fuente: Grandma's bananas del African Storybook
Licencia Creative Commons
Esta obra está bajo una Creative Commons Atribución 3.0 Internacional.
Opciones
Regresar a lista de cuentos Descargar PDF